Jon Astorkiza (Santoña, 1975), licenciado en Bellas Artes, empezó a trabajar con el nacimiento de internet en diferentes áreas del mundo del arte y la tecnología. Comenzó tomando el rol de responsable de calidad de software de los servicios de internet EresMas en Madrid y después de pasar por otras empresas y cargos llegó a Los Ángeles. Allí dirigió conferencias internacionales de arte y tecnología y es donde pudo conocer de primera mano a artistas internacionales. En 2017 decidió dejarlo todo y fundar ElektrART.

¿Cómo nació ElektrART?
ElektrART nació hace años, a raíz de mi experiencia dirigiendo las conferencias de arte y tecnología en Bilbao y Los Ángeles y ver ese potencial que existía en la unión del arte y la tecnología, tanto en el mundo del arte y la cultura como en la hibridación con otras disciplinas del desarrollo de las sociedades. En un momento dado, decidí fundar ElektrART porque tenía que llegar a ese potencial, aquí, en Euskadi. Desde que fundé la empresa, hemos ido creciendo, aunque tuvimos que hacer un reset con la pandemia y casi volver a empezar.

¿A qué os dedicáis en ElektrART?
Somos un estudio creativo de artistas, que llamamos de hibridación de arte y tecnología, que tiene el objetivo de buscar nuevas relaciones con el mundo del arte y las audiencias. Hacemos instalaciones de arte digital, paisajes efímeros de luz y sonido. También ayudamos a empresas en sus procesos de digitalización, siempre mediante la humanización de la tecnología a través de la experiencia artística, tanto de sus espacios físicos como de sus estrategias a futuro.

¿Cómo está siendo el desarrollo de la empresa? ¿Estáis alcanzando vuestros objetivos?
Comenzamos en 2018, y a finales de 2019 ya estábamos trabajando en Madrid con importantes empresas privadas iluminando y dando valor a sus eventos corporativos a través de instalaciones artísticas y audiovisuales. En febrero de 2020, el Ministerio de Cultura nos concedió un premio como uno de los tres mejores proyectos estatales en la convocatoria de modernización e innovación de la cultura y seguimos trabajando en realidad virtual toda esa época. Durante la pandemia nos centramos en la realidad virtual, pero cuando fueron desapareciendo las restricciones volvimos a tomar las calles yendo a los eventos presenciales y no hemos parado de crecer a partir de ese momento.
Hemos ido adaptando nuestros servicios a otros que hasta entonces no ofrecíamos como, por ejemplo, el diseño de paisajes efímeros lumínicos y sonoros en espacios públicos. Por ejemplo, llevamos dos inviernos creando una experiencia emocional de luz y sonido en el exterior del Palacio Euskalduna. También hemos conseguido un proyecto muy potente para la realización y diseño de una iluminación artística para el Alto Horno número 1 de Sestao, con el objetivo de poner en valor el patrimonio, ya que es declarado de interés cultural.
Nuestros objetivos también pasan de forma importante por internacionalizarnos, empezando a ofrecer nuestros servicios a entidades en las que ya está más afianzada esa necesidad de la unión entre arte y tecnología

En 2023 llegasteis a BIC Bizkaia Ezkerraldea, ¿qué os ha aportado?
Vinimos por una necesidad muy clara, que era tener un espacio en el que poder trabajar nuestros proyectos y probar nuestras tecnologías. El BIC nos está aportando una facilidad a la hora de trabajar, una polivalencia de sus espacios para nuestras creaciones y nuestra relación con los demás. Pero, sobre todo, nos ayuda a favorecer el crecimiento de la empresa.

¿Hay algún proyecto destacable del que estéis especialmente orgullosos?
El que hicimos en la Grúa Carola. Un proyecto que nació de una idea propia. Se trataba de realizar una instalación lumínica y sonora que pusiera en valor la transformación urbana que ha experimentado Bilbao en los últimos 40 años, desde la época de la industria naval hasta su reconversión a una industria cultural, con todo lo que ha habido de por medio. Es una pieza de 15 minutos de duración que se emite todos los fines de semana del año.
Este proyecto nos ha dado pie a conseguir otro trabajo como el del alto horno. De esa forma conseguimos tener una línea clara a la hora de trabajar la conservación y la puesta en valor del patrimonio industrial.

¿Tenéis algún proyecto en marcha que nos podáis adelantar?
Estamos trabajando en la línea de la investigación, relacionada con el ámbito de la salud. Investigamos nuevas formas de creación artística a través de los nuevos medios, digitales, virtuales, etc. El objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas en hospitales. El proyecto está dirigido principalmente a pacientes con determinadas discapacidades o personas que tienen que estar un determinado tiempo ingresados. Los hospitales son unos lugares fríos en los que a nadie le gusta estar, y precisamente con estas instalaciones de arte digital y proyectos artísticos emocionales, y a través de nuevos medios como la realidad virtual, pretendemos que estas estancias sean mucho más llevaderas. De alguna forma es un proyecto que impacta directamente en pacientes, pero queremos dirigirlo también a la reducción de estrés de las personas trabajadoras.
Actualmente tenemos un proyecto piloto junto con Biocruces Bizkaia y con el Hospital de Gorliz, en el que trabajamos la creación en el diseño de puesta en marcha de diferentes experiencias artísticas, ya sean inmersivas, contemplativas o interactivas.

Hablando de futuro, ¿qué planes tenéis?
Nuestro plan es afianzar nuestra imagen, no solo en Euskadi si no también fuera de ella. Es curioso cuando viajamos y la gente de fuera nos dice que muchos de nuestros proyectos son referencia en el ámbito de la innovación cultural y artística, y en cambio en casa no nos dan tanto reconocimiento. Queremos afianzar esa imagen aquí, y empezar a salir hacia el exterior, empezar a crecer en otros entornos en los que el arte y la tecnología son desde hace años una referencia a nivel internacional en el desarrollo de la sociedad, de los artistas y de la cultura a nivel mundial.